La zona - Entrega final Reel





Desde el principio tratamos de pensar ideas que nos definan un poco individualmente, pensando siempre en cuál era el objetivo que teníamos como grupo.
Inmediatamente concordamos en trabajar la soledad, un sentimiento que no es ajeno a nadie. Un sentimiento que aflora y crea o destruye, casi sin querer, casi sin pensarlo.
Pensamos al principio, por qué queríamos ir por ahí, por qué no hablar sobre otras cosas, qué era lo que nos atraía de este tema. La soledad siempre ha impulsado al ser humano a pensar nuevas formas de hacer y ser. Entendimos que podíamos aportar individualmente de distintas maneras a una idea grupal, casi como en un cadáver exquisito ordenado y pensado previamente. La propuesta no fue fácil y tuvimos errores que se vieron. Faltaba charlar más. Nos reunimos nuevamente, esta vez con ideas más claras, algunas correcciones sirven para poner los pies en la tierra y en una dirección. Entendimos que una idea que nace de varias cabezas puede tener sus múltiples variaciones individuales, que pueden despertar distintos climas. Hablamos del clima. Queríamos trabajar con iluminación artificial, de manera de hacer y deshacer a nuestro antojo. Entendimos sobre la disonancia que se podía marcar. Sobre las acciones a resaltar. Sobre el silencio que existe o exige, la soledad.
Nuevas referencias aparecieron, hablamos de una cierta ‘’homogeneidad del cuadro’’ donde pensamos en unificar criterios técnicos sin restringir la libertad individual de crear distintas porciones de nosotres. Habíamos probado una orientación vertical, no funcionaba, no le hacía lugar a la idea. Volvimos a la orientación vertical. Pensamos en los tamaños de plano, planos generales para poder ubicar y achicar al personaje en el medio de la acción, siempre dentro de nuestros límites espaciales. Es más fácil leer la soledad en  la complejidad del cuadro, cuando el sujeto es menor en su comparación con el escenario. Pensamos en el tipo de acción, debían ser aquellas que sólo tuvieran lugar en una situación dada por y para la soledad. Acciones como un juego con une misme, tomar un trago, un pequeño canto, revolver entre recuerdos. Pensamos también en los colores, aquellos que guiarían y nos conducirían al ápice de nuestra intención. Pensamos en los opuestos y complementarios. Trabajar con colores opuestos que funcionen con nuestras ideas individuales y se comunicaran con la totalidad.  Quisimos dejar a libre elección qué colores trabajar, sabíamos cuáles podían funcionar y trabajamos en base a ellos. Con respecto a las sombras, ese fue otro motivo que liberamos a decisión de cada une. Entendíamos que las sombras podían significar distintas cosas para todes y buscábamos eso, distintos puntos de vista, trabajados desde distintos lugares, guiados por un mismo motor. 
Y experimentamos muchísimo, buscamos colores, los ubicamos de distintas formas, agregamos y quitamos, cambiamos una y otra vez hasta encontrar la opción que mejor iba con la idea.
Luego pensamos en la angulación y la altura, todos estos detalles nos ayudarían a organizar nuestras ideas y unificar las distintas puestas de escena. Pensamos en una altura y angulación normales, que toda la subjetividad existiera dentro del cuadro y no dependiera de otros recursos técnicos, claro que cada une tuvo que variar un poco algunas de estas opciones por cuestiones que surgían en cada experimentación.
Siguiendo con esta homogeneidad, decidimos organizar el reel bajo un criterio, siguiendo una especie de preguntas y repuestas a partir de los colores. Iniciamos con Kevin, donde se presenta la primera pregunta y es quien, comienza el tema. Seguimos con Agustín, quien responde la pregunta del azul en su vídeo, luego Matilda continúa esta línea a partir del violeta. Así llegamos a Matias, quien inunda de naranja su vídeo, para terminar en el video de Huilen, cerrando el ciclo a partir del rojo en ese último detalle.
Finalmente y a modo de conclusión, atravesamos muchísimo como grupo y todo lo que hablamos y debatimos nos sirvió para entender nuestras dinámicas y nuestras búsquedas y ordenar, en el caso que fuera necesario, la de les otres.
La soledad no es la misma para dos personas diferentes, responde a una experiencia previa, a una idiosincrasia,a una forma de sentir y ver las cosas. Para algunes, la soledad puede ser un espacio seguro de introspección, para otres puede significar un momento de tristeza o agonía. No importa cuál sea el efecto, la soledad siempre nació de la misma forma: a partir de la falta de otre, la (demasiada) presencia de une misme. La singularidad en su máxima expresión. Esto es La Chinoise, pedazos de soledad que, unides, tiende a la creación de nuevas formas de ver.



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